viernes, 23 de octubre de 2009

24 Festival de Cine en Mar del Plata - Diario 6: Competencia Argentina

Competencia Argentina


Adopcion


La adopción, esa determinación íntima, emocional y jurídica cuyos sentimientos, necesidades afectivas y temerosas elecciones han sido motivo de tantas películas, se manifiesta con toda plenitud en este arriesgado e intenso film de David Lipszyc. La historia empieza –aunque parezca una incongruencia– por el auténtico comienzo; es decir, por el niño en el orfanato,
las sesiones y encuentros con la persona (un hombre soltero) que desea cumplir con ese acto de humanidad y esperanzas que es la adopción; porque él desborda cariño y necesita mperiosamente darlo. El desarrollo avanza de inmediato pues los matices argumentales comienzan prontamente a (des)cubrir situaciones coherentes y a la vez inesperadas, mientras que el espectador se siente partícipe protagónico de búsquedas, secretos, confesiones, inquietudes, historias ajenas... Y porque desgraciadamente forma parte de nuestra reciente Historia, ingresa también en los dramáticos momentos por los que pasó nuestro país hace
treinta y tantos años. Es una película necesariamente dura, cuyo final, aquéllos que no advirtieron todos los matices del futuro posible de esos personajes, puedenconsiderarlo feliz.



Andrés no quiere dormir la siesta

Al morir su madre en un accidente, la vida de Andrés da un vuelco de alcances que ni él mismo puede anticipar. Estamos en la ciudad de Santa Fe, en 1977, donde la vida barrial es amable y apacible sólo en la superficie, mientras que todos conocen el funcionamiento del centro de detención clandestino que hierve de actividad de noche, emplazado junto al baldío en el cual los chicos juegan a la pelota y al poliladron por las tardes. Con ocho años, Andrés se ve forzado, tras la tragedia, a mudarse con su irascible padre y su hermano a la casa de su abuela, conocida en el barrio como Doña Olga, la figura protectora y matriarcal que se vanagloria de saberlo todo sobre su familia y sus vecinos. Aunque tal vez ni siquiera ella sepa de la otra vida de su nuera como militante; y mientras la atmósfera opresiva de los años de plomo se hace sentir en todos los ámbitos, del aula escolar a la mesa familiar, el atribulado Andrés va tomando conciencia de su realidad, curtiendo su carácter hasta casi deshumanizarlo. Sin abandonar jamás la mirada de su pequeño protagonista, la ópera prima de Bustamante va configurando secuencia
a secuencia una historia de iniciación teñida de la dureza de la que se componen esas revelaciones que nos arrastran irremediablemente y sin vuelta atrás hacia la adultez. Daniel Bustamante





Chapadmalal

De acuerdo con Wikipedia, Chapadmalal es una localidad del partido de General Pueyrredón, provincia de Buenos Aires, Argentina. Fundada en 1887, se ubica sobre la costa atlántica a 23 kilómetros de la ciudad de Mar del Plata y cuenta con una población menor a los 2000 habitantes. De acuerdo con Alejandro Montiel, Chapadmalal es mucho más; un territorio abstracto y enigmático, en cuyos confines todavía es posible aprender algo a través del cada vez más olvidado arte de la conversación. Y Montiel lo aprehende de una manera tan simple que parece fácil: una cámara suelta en medio del Complejo Turístico Chapadmalal, varias preguntas y un grupo de jubilados del PAMI que reflexionan sobre la vida, el amor, el trabajo y el paso del tiempo. El resultado es Chapadmalal, una nueva localidad, paralela, en donde la experiencia personal se vuelve más precisa y valiosa que el discurso oficial (de la Historia, de la tercera edad), en donde lo viejo
supera a lo nuevo y el pasado sirve de faro al futuro. Alejandro Montiel




El hombre de al lado

Además de ser la única obra de Le Corbusier en tierra latinoamericana, la Casa Curutchet de La Plata fue la primera construcción con fachada única del arquitecto; esto es, delimitada por medianeras. Una de esas medianeras es, créanlo o no, la gran protagonista de la nueva película de Cohn y Duprat. Casi sin salir de ese ambiente peculiar de líneas rectas y colores fríos, El
hombre de al lado se erige como una película sobre la arquitectura, pero no sólo la de casas y edificios, sino sobre todo la arquitectura compleja de las relaciones humanas. En particular, las que sostenemos con esa especie imprecisa que se conoce como “vecino”. En la Casa Curuchet vive, con su mujer y su hija preadolescente, Leonardo (Spregelburd): diseñador industrial
famoso, políglota, snob, soberbio. En la casa de al lado vive Víctor (Aráoz): posible vendedor de autos usados, rústico, prepotente, grasa a más no poder. Cuando Víctor se empecina en abrir una ventana a la intimidad –a la propiedad– de Leonardo “para atrapar unos rayitos de sol”, la guerra de los mundos se vuelve inevitable. Así contada, El hombre de al lado puede parecer otra comedia costumbrista sostenida en estereotipos, pero no engañarse, porque el humor incomodísimo y la precisión formal de Cohn y Duprat echan luz sobre un terreno bien distinto: el de nuestros miedos, nuestras miserias, y lo solos que podemos estar aunque vivamos en sociedad. Gastón Duprat y Mariano Cohn





Las Islas

¿Cuál es la historia de las islas Malvinas? ¿Quién las descubrió? ¿Quién vivió allí en el siglo XVIII y cómo es que su existencia pasó prácticamente desapercibida tanto para Argentina como para Gran Bretaña antes de 1982? Parte retrato geográfico, parte investigación histórica, el documental de Antonio Cervi se propone el complejo objetivo (por lo oculto y resbaladizo) de arrojar luz sobre todas estas cuestiones vinculadas al origen de las islas Malvinas. A través de entrevistas con expertos británicos y nacionales, apoyados en análisis de documentos cartográficos y diplomáticos, Las islas expone de manera didáctica las hipótesis sobre los primeros avistamientos, el descubrimiento del lugar y las historias sobre la colonización (española, francesa, inglesa) hasta el preciso momento en que estalla la guerra. Con confianza en la Historia, como mejor instrumento de análisis y comprensión del presente, Cervi reconstruye un capítulo del pasado para prepararse para el futuro. Antonio Cervi




Orquesta roja

El 5 de abril de 2000, la pantalla de Crónica TV anunciaba, con tipografía catástrofe y sintaxis complicada, que el GRUPO COMANDO “SABINO NAVARRO” QUIERE ENFRENTARSE CON LAS ARMAS. Desde algún lugar de la selva entrerriana, y bajo los pasamontañas de rigor, los comandantes Chelo, Carlos y Pato anunciaban la vuelta de la lucha armada a la Argentina y auguraban, esta vez sí, la derrota del capitalismo. Millones
de espectadores y oyentes de radio siguieron con preocupación las transmisiones, pero para esa misma tarde ya era público y notorio que todo había sido una puesta en escena de Juan María Lima, Carlos Sánchez y Patricia Rivero, militantes añejos y líderes piqueteros cansados de la indiferencia de las autoridades; la “selva” era apenas un parque de la costanera de Concordia. Después de la cárcel y la condena social, Herzog los convence para que actúen su propia historia. Pero Orquesta roja no es esa película sino una extraordinaria –en todo sentido– cruza entre su making
of, cine dentro del cine, policial negro con todas las de la ley y documental; un agudo documental no sólo sobre el “confuso episodio” de aquel 5 de abril, sino además sobre el papel de los medios de comunicación y el cine en la construcción de esa ficción que llamamos realidad. Nicolás Herzog




Padres de la plaza: 10 recorridos posibles

Hombres que hablan de sus recuerdos, de futuros truncos, de la imposibilidad de elaborar el duelo cuando faltan los restos mortales. Diez maridos (algunos viudos) de Madres de Plaza de Mayo, que compartieron el
dolor pero nunca se nuclearon en un grupo que les diera la visibilidad y el reconocimiento que alcanzaron sus mujeres. En sus palabras aparecen recurrencias –las que unen a buena parte de las historias de detenidosdesaparecidos–, pero se imponen las particularidades: está el abogado que tuvo ocasión de preguntarle al mismísimo Massera por el destino de sus tres hijos; el hombre que fue llevado hasta el suyo a punta de
pistola, y aquel otro que llegó a identificar un cadáver al que sin embargo no pudo darle sepultura, porque lo desaparecieron dos veces, una después de muerto. Así como son de diversas las historias, lo son también los procesos que han atravesado estos sobrevivientes, los caminos que encontraron para seguir adelante, el tiempo que les llevó poder hablar de sus pérdidas. Y las formas que adoptan sus relatos: de la indignación y el quiebre emocional hasta la palabra reflexiva que parece buscar refugio en un resto de racionalidad. Es allí, en esos puntos de vista hasta ahora poco abordados,
que encuentra su singularidad Padres de la Plaza, aportando una pieza fundamental para seguir completando ese agujero negro que es la historia argentina contemporánea. Joaquín Daglio




El perseguidor

Una larga y a menudo perversa relación une a cine y voyeurismo; una tradición que se ha visto potenciada por las tecnologías digitales a lo largo de las últimas dos décadas, y que sin embargo hasta ahora no había cuajado en una película argentina que tuviera la capacidad para hacernos sentir la mirada de otro como lo ha conseguido el primer largo de ficción de Cruz. Su temporalidad quebrada hace empezar el relato en el Delta, adonde los protagonistas, una pareja con treinta años de matrimonio aparentemente apacible a cuestas, han ido a pasar un fin de semana. Allí encontramos a Gustavo y Lola, en agitado movimiento en medio de la vegetación. Él tiene sangre en la ropa y en el cuerpo, y de pronto se detiene para lo que amenaza con ser el comienzo de una confesión. A partir de ahí, todo retrotrae a un pasado de fantasmas, de culpas, de ocultamientos. Él es un neurocirujano respetado; ella, una exitosa arquitecta, y el relato de lo que pudo
haber pasado en sus vidas personales y profesionales nos llega de modo fragmentado, a través de las imágenes furtivas de una cámara de video. Apenas unos minutos contenidos en esa pequeña caja electrónica alcanzan para desmoronarlo todo, y tan sólo esa certeza y una atmosférica ambientación nocturna alcanzan para hacer de éste uno de los relatos más tensos que hayan surgido en la producción nacional de los últimos tiempos. Víctor Cruz




TL-2 la felicidad es una leyenda urbana

Desde muy joven, el cineasta-autodidacta-visionario Lumière soñó con hacer la mejor película de ciencia ficción de todos los tiempos. Para lograr su propósito, filmó con entusiasmo unos cortometrajes protagonizados por dinosaurios, vampiros e invasores del centro de la Tierra con piezas de la tecnología más precaria disponible, creyendo que así llegaría a ganar fama y
fortuna. Lamentablemente, esto último nunca ocurrió. Sus películas pasaron desapercibidas ante los ojos tanto de críticos como del público en general. Desde ese presente levanta vuelo la secuela a la ya de culto TL-1: Mi reino por un platillo volador, destinada a retratar la búsqueda desesperada de Lumière por un elenco, un equipo de filmación y, más importante, un productor. A mitad de camino entre ciertas comedias slapstick mudas y el mockumentary, Tetsuo Lumière construye con TL-2: La felicidad es una leyenda urbana el segundo capítulo de una obra caracterizada por la obsesión de no detenerse y explotar al máximo cada pequeño recurso.
Tetsuo Lumière


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