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jueves, 22 de octubre de 2009
24 Festival de Cine en Mar del Plata - Diario 5: La competencia latinoamericana
A partir de ahora ire posteando las diversas secciones del presente festival con sus respectivas sinopsis y trailers. Todavia estamos a la espera de los horarios.
Siguiendo el link pueden acceder a la grilla en formto pdf hagan click aqui
Competencia Latinoamericana
La hora de la siesta / Sofía Mora / Argentina / 2009 / 75’
Papá está muerto y mamá se encerró a llorar y a dormir; no quiere ver a nadie. Franca y su hermano menor custodian la puerta de la habitación para que ninguno de los molestos deudos que se han congregado en la casa en plena tarde interrumpa su duelo solitario. Luego, y a la espera de la partida hacia el entierro, salen a dar vueltas por el barrio, en busca tal vez de un poco de oxígeno para sus cabezas abombadas por la situación. Y entonces sus conversaciones se suceden casi sin solución de continuidad, surcadas por una mezcla de ingenuidad y de cinismo, haciendo pie en un mismo tema: creer o no creer. De la fe (y el temor religioso) a la paranoia conspirativa (y los mitos y supersticiones presuntamente creados por “los yanquis”: el alunizaje de 1969, el viernes 13 de mala suerte, ¡el día del amigo!), el agnosticismo y el escepticismo. Al borde de la adolescencia, no son sino dos hermanos un poco perdidos tratando de sortear una unica certeza (la muerte) y las incertidumbres que se plantan con ella a partir de ahora. Un limbo que la ópera prima de Sofía Mora captura con especial sensibilidad, retratando la tranquila inquietud y la silenciosa desazón de una tarde calurosa y gris en plena semana; esa situación cotidiana y extraña a la vez, y el núcleo duro de dolor del tránsito hacia la madurez, como el anuncio, en un grito ahogado, de nada menos que el fin de la infancia.
La invención de la carne / Santiago Loza / Argentina / 2009 / 80’
Hay, en la tercera película de Loza, dos personajes solitarios cruzados por un dolor profundo. Ella entrega su cuerpo, como desconectándose de él, a las prácticas de medicina de la universidad. Él, un estudiante, la busca, la sigue y le hace una propuesta: pagarle por que lo acompañe en un viaje. Ella desconoce los motivos y el destino, pero por alguna razón acepta. En ambos late una obsesión que tiene que ver con lo orgánico, y que se manifiesta en planos cercanos que adquierenpor momentos una intimidad lacerante; el tipo de imágenes en los que los pliegues de la carne quedan aumentados casi hasta que el cuerpo humano se vuelve extraño. Como un objeto más, entre todos aquéllos en los que la cámara se posa con atención en este viaje de diálogos sudministrados con precisión –nunca revelando más de lo necesario–, como trazando un paraleloo una zona de superposición entre la línea marcada por la pintura descascarada sobre una pared y las que surcan nuestra piel y nuestra carne. Presentada en Locarno (de donde Colombo se fue premiada por su actuación) y San Sebastián, la nueva obra de Loza es unviaje al interior que toca lo insondable; que sin recurrir a estridencias golpea los sentidos; que en un mismo movimiento distancia y acerca, duele y abriga.
La Raulito, golpes bajos/ Emiliano Serra / Argentina / 2009 / 66´
Un equipo de filmación mínimo se desplaza por los pasillos del Hogar Rawson. Va en busca de uno de los mitos argentinos más logrados: La Raulito, ese personaje que, treinta años atrás, había sido inmortalizado por el director Lautaro Murúa en una ficción que contaba con Marilina Ross encarnando a la más famosa hincha de Boca. En esta oportunidad, la ficción devuelve al documental lo que le había pedido prestado, y la verdadera Raulito, María Esther Duffau, se convierte en protagonista de sí misma. Canta a la par de “La 12”, manguea un vaso de coca en el entretiempo o come una pizza de garrón frente a la Bombonera. Cita sus experiencias de vida, da consejos, putea a quien se le cruce. La cámara la registra de manera directa, sin condicionarla y sin artificio alguno, dejando que fluyan los sentimientos. Quizá sea ésa la virtud de este documento: ermitirle ser ella, ama y señora del barrio de La Boca, experta en sus códigos, a la vez persona y personaje. La Raulito, golpes bajos radiografía como nadie lo había hecho antes a una argentina atrapada entre los muros de un neuropsiquiátrico, donde hasta la muerte parece cobrar sentido.
Pecados de mi padre / Nicolás Entel / Argentina - Colombia / 2009 / 94’
La larga lista de pecados de Pablo Escobar Gaviria –el “Señor de la droga” o “Zar de la cocaína”, el jefe del Cartel de Cali, el que convirtió con su ley de “plata o plomo” a la Colombia de los ochenta en la patria sangrienta del narcoterrorismo– es inventariada por su hijo Juan Pablo. Desde Buenos Aires, donde vive exiliado bajo un nombre falso, el hijo pacifista se vale del imponente archivo familiar para reconstruir la imagen del padre terrorista: fotografías de entrecasa, videos en la cárcel/mansión que Escobar mandó a construir para sí mismo, grabaciones insospechadas en las que canta ópera o lee “Los tres chanchitos”. Pero Pecados de mi padre no se detiene en la simple biografía, e inserta entre sus pliegues un relato excepcional: el de la noble búsqueda de paz (no sólo) interior por parte de Juan Pablo/Sebastián, en la forma de una carta a los hijos de las víctimas más notorias de Escobar, los políticos reformistas Luis Carlos Galán y Rodrigo Lara Bonilla. La película de Entel construye una leve tensión entre esos jóvenes de la misma edad –unidos en el dolor y el compromiso por la paz; separados, en el nombre del padre, por todo lo demás– y la posibilidad de dejar atrás las diferencias para gestar un encuentro histórico.
La ópera prima del chileno Alejandro Fernández Almendras arca, definitivamente, la consolidación de algo que asomaba desde hace años con la renovación de cierto cine latinoamericano: la predilección por lo estructural a la hora de abordar las historias cotidianas. Huacho está partida en cuatro, una parte para cada integrante de una familia rural de clase media baja de Chillan (abuela, abuelo, hija y nieto) en sus tareas a lo largo de las mismas veinticuatro horas. Agricultura, producción y venta de productos alimenticios, servicios, vida escolar. Cada parte dispara su propio rumbo mientras que, a su vez, potencia los paneles restantes de un relato que podría ser titulado alternativamente como “Estudio contemplativo aunque vertiginoso a cuatro voces de las condiciones socioeconómicas del interior chileno”. Una película de observación que se preocupa por sus personajes, un film neorrealista que toma suficiente distancia, Huacho es mucho más que lo que sus extremos aparentan.
Los vientos del viento / Ciro Guerra / Colombia -Alemania - Argentina -Holanda / 2009 / 117’
Desde hace algunos años, la cinematografía colombiana vive un proceso de expansión propiciado por la Ley de Cine sancionada en 2003; a ritmo sostenido, una nueva generación de realizadores comienza a explorar regiones, temas y géneros postergados largamente. En su segundo largometraje, Ciro Guerra se adentra en algunos de esos territorios vírgenes, un poco a lomo de burro y otro poco a pie, para crear una road movie de tanta originalidad que casi no tiene rutas: una road movie a campo traviesa. Sus protagonistas son Ignacio Carrillo, un juglar taciturno en su última travesía por el norte colombiano, y Fermín, un joven empecinado en aprender los secretos de la música regional. Al paso de maestro y aprendiz (interpretados ambos, como muchos de quienes encuentran en sus peripecias, por auténticos artistas del vallenato) por valles, sabanas y montañas capturados en panorámicas imponentes, asoman sin clisés el folklore y los mitos del Caribe colombiano. Y, sobre todo, los sonidos únicos de la cultura costeña, una cruza de tambores en trance con cordeones a veces melancólicos y otras, iblemente, endemoniados.
Daniel y Ana / Michel Franco / México / 2009 / 90’
Daniel y Ana son hermanos. Pertenecen a una familia exicana muy acomodada e influyente. Él tiene dieciséis y ella veintitrés y, más allá de la diferencia de edad, tienen una excelente relación, casi como de mejores amigos. Ella se va a casar en cuatro meses, y él, al igual que toda la familia, está preparándose para la ceremonia con mucha emoción. Un domingo por la añana ambos son víctimas de un secuestro. El rapto dura poco, menos de un día, y los secuestradores no ienen como fin pedir un rescate. Simplemente despliegan una cámara de video frente a una cama y obligan a los hermanos a obedecer si es que quieren salvar sus vidas. De vuelta en su casa y sin haberlo acordado, mantienen en secreto lo sucedido, siguiendo adelante con sus vidas sin contárselo a nadie. Con una simpleza brumadora, la ópera prima del mexicano Michel Franco desarrolla su campo de acción sin demasiados exabruptos ni escenas calculadas, decidida a exponer los detalles con la mayor claridad posible. Ya que, como deja en claro el texto al final del film, Daniel y Ana es, ante todo, una película de denuncia.
Hiroshima / Pablo Stoll / Uruguay - Colombia – Argentina - España / 2009 / 80’
Un joven trabaja en una panadería. Empaqueta la última bolsa de grisines y vuelve caminando a su casa, temprano en la mañana. Evita cruzarse con su familia, e encierra en su cuarto y antes de dormir lee una nota firmada por sus padres donde le anuncian que o anotaron en un sorteo de TV. Con este fresco post adolescente comienza la última película de Pablo Stoll –primera sin la codirección del fallecido Juan Pablo Rebella–, un envolvente musical mudo donde casi todo es devorado por las canciones, el sonido ambiente y el ruido de objetos que interactúan con el tránsito del protagonista, quien no es otro que Juan, hermano del director. Como en un extraño satori, atado a medias al presente, Juan se vincula con las cosas en cuanto parecen y las deja guiado por un impulso suave, sin demasiada vehemencia. Iluminado y parpadeante como la luz a dínamo, el muchacho avanza, se mueve y pedalea por entornos desolados, vuelto hacia sí como una isla y con un pálpito de explosión nuclear inminente. Pero Hiroshima no plantea un culto de la deriva juvenil, sino una manera sensitiva y visual de mostrar el ritmo metafísico de la existencia. Aquí sólo tienen voz los niños pitcheados de un video en Súper 8 o un bebé balbuceante. Los adultos están silenciados; el mundo de lo intraducible resuena. Miguel Ward
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